viernes, septiembre 01, 2006

El síndrome del español

Sí, el síndrome del español. Cuando era pequeño tuve una profesora de Historia que nos decía siempre que los españoles hemos arrastrado a lo largo de nuestro "valle de lágrimas" un enorme complejo de inferioridad y de pesimismo. Por culpa de este sentimiento tan arraigado en nuestras vidas así nos ha ido que nos ha vapuleado medio mundo en las circunstancias más absurdas y avergonzantes y si no que se lo digan a nuestro no menos orgullosos y engreídos vecinos italianos y franceses. Ambos se regocijan en éste, nuestro síndrome español.
El español tiende a pensar que si algo va mal siempre podrá ir peor, porque pensar que las cosas van a mejorar no es una idea que quepa en nuestra sesuda mente ibérica. Y por supuesto cualquier tiempo pasado por turbulento y tormentoso que haya sido también será mejor que lo que esté por venir. Si no simplemente hay que preguntar a un español cómo se encuentra o qué tal está. Parece que su mecanismo a manivela fuerza medio desengrasado y chirriantes un pírrico "... bah.. pufff... eehhh... bueno... bien" ó "si, tirandillo".
Cómo nos afecta esto. Pues eso lo acabo de descubrir con mi compi Rocio mientras vemos la semifinal del Mundial de Baloncesto de Japón , que nos enfrenta a Argentina. De entrada pensamos que nuestro contricante es mejor, que quien se enfrenta a nosotros nos va a humillar. Y luego siempre nos imaginamos que las fuerzas superiores se aliarán para que el estrépito caiga sobre nosotros. Hace un rato Argentina nos sacaba tres puntos y nosotros hemos coincidido en hacer catástrofe de tres míseros puntos y ahora, sin terminar el partido, vamos con un par de puntos por delante y ni ganando pensamos positivamente. Nos lamentamos por dos puntejos de nada.
Y, claro, el acicate de nuestro síndrome es depositar esperanzas en las cosas, esperanzas sobrevaloradas. Cuantas más depositemos peor irán las cosas. Y es que los ejpañoles tenemos añadido el don de gafar lo que pensamos que de por sí irá mal. Si no, como hablábamos nosotros, por qué triunfamos en los deportes o las categorías en las que nadie se fija. O por qué nos bañamos continuamente en el lago de las penas del valle de lágrimas y hacemos bandera de lo dura qué es la vida.