martes, diciembre 26, 2006

Para 2007: Creer



Bueno, quedan unos días para que termine 2006. La verdad es que me gustaría decir que ha sido un buen año. Pero no lo ha sido. Lo es, porque 2006 fue el año de las realidades y de los descubrimientos dolorosos y las decepciones. Empezó mal y, supongo que mal acabará. También ha tenido sus buenos momentos, pero no han compensado. Aunque en esos picos he sentido la felicidad. De lo que con unos y otros momentos no dudo es de que me he acercado más a eso que llaman madurez. En todo caso, siempre miro hacia atrás y pienso cuánto camino he recorrido, cómo y con quién y valoro ese pedacito andado. Y es lo que me dedico a hacer estos días.

Y ahora sentado en el andén de la última estación, antes de bajarme del tren de 2006 me gustaría despedir el año con una valoración a partir de un monólogo (de Eduardo Aldán) que vi la otra noche en la Gran Vía (Espinete no existe). Me encantó. No fue en sí por su verborrea sino porque, no sé si seremos muchos, vi delante de mi a una persona que pensaba cosas exactamente como yo. Algo que no es fácil. Y eso me gustó y me llegó a emocionar.

Y es que, quienes me conocéis lo sabéis: Siempre relaciono los momentos, las personas, las situaciones con determinados olores, sensaciones y mínimos recuerdos que a la mayoría pasan desapercibidos. Y creo que en la vida esas pequeñas "cosas" son importantísimas, porque significa que le das un valor a cada experiencia y la haces única para ti. Por tanto, irrepetible. Y Aldán intentó explicar aquello en su monólogo. Creo que hubo personas, que al igual que yo, lo entendieron.

Por qué esta canción. Porque en la vida no hay milagros, pero es suficiente con creer para compensarlos. Basta con creer lo que sientas, lo que piensas y lo que haces, para conseguir que sea especial y único. Porque en la vida no podemos movernos por simple inercia, sino que hay que saber captar estas pequeñas perlas que andan escondidas en las cosas y los avatares diarios.

En definitiva, es cierto, somos nosotros los magos del día. Somos nosotros quienes hacemos magia de la otra persona, de un lugar, de un momento, de un todo, de un día. Porque creemos y creer nos proporciona el maravilloso don de la ilusión. Y se me ha quedado grabado el ejemplo de un día con nieve. Aparentemente nada cambia. Es un día más como el resto, pero para ti, para mi, tiene algo distinto especial; Tu trabajo tiene otra filosofía, el atasco es distinto y cuando sales a la calle huele de otra manera. Soy yo el creador de ese momento mágico, que guardo en el almacén de mi memoria y que hace que sea especial.

Con ese don de creer y autoilusionarse valga mi mejor deseo para el año 2007. Es difícil creer, porque te caes, tropiezas, pero en una de tantas pasas a la ilusión. Y es maravilloso, porque es lo que nos hace distintos y únicos. Y lo más importante es esa capacidad de creer que es la que hace que algo dentro de nosotros permanezca siempre igual.