miércoles, agosto 30, 2006

Pippi Langstrumpf

Menudo personaje, de apellido para muchos impronunciable. Es Pippi Langstrumpf. Por qué ella. Pues porque, como a todos cuando somos niños, nos pasan y sentimos miedos y emociones inexplicables. Y uno de mis mayores miedos, temores, pavores, horrores y semilla de mis pesadillas nocturnas era este personaje sueco. Lo único que disfrutaba era la cabecera de la serie.

Por más vueltas que le doy no consigo explicar ni encontrar la razón de ese miedo, que tenía a esta niña. Su mundo onírico, y tal y como lo podemos ver de adultos, para mi era imposible. Recuerdo que no tendría más de cinco o algún añito más y me quedaba petrificado frente a la televisión cuando veía que vivía sola en esa casa tan tremendamente grande, sin padres, sin familia, sin amigos y sólo con dos vecinos aburridos, Tomy y Anika (o como se escriba) que no tenían otra cosa, sinceramente, que darse un garbeo por ese caserón para reirse de las locuras y estridencias de la famosa Pippi, con lo generosa que era ella siempre con los dos remilgados hermanos.

Creo que siendo yo tan pequeño y acostumbrado al habitáculo que casi todos entendemos como casa, áquella se me hacía demasiado oscura y fría; y eso de que fuera una niña abandonada como en el libro de la selva, pero en versión escandinava me apabullaba. Por las noches soñaba que de repente me encontraba en esa casa con la única compañía de la poco cuerda Pippi, quien además podía levantar con una sola mano a ese caballo. Qué haría conmigo esa niña que desvariaba tanto, cuyo mejor amigo además de un equino con manchas sera un mono que se pasaba toda la serie saltando. Pufff, no podía dormir pensando en tener que compartir pisodurante mi infancia con Pippi. Y esas trenzas que podían sacarme los ojos por menos de nada. Me devanaba los sesos pensando cómo podría mantener esos pelos.

Además, yo, muy práctico en aquel entonces, sufría porque ella vivía sola, con cuatro muebles desvencijados, sin cerradura en las puertas, sin sistema antialarma, con las ventanas abiertas, y las monedas de oro rodando por la casa junto a otros tesoros y reliquias de su padre, una imitación vikinga de piratas del Caribe. Claro que es verdad que yo con cinco años no sabía que Suecia era un país seguro (aunque Olof Palme no pensaría ahora lo mismo si siguiera vivo) ni Pippi conocía las rebajas de Ikea, porque, dicho sea de paso, esa mansioncita podría haber lucido más con algunos arreglillos de Ikea.

En definitiva, ella no tenía la culpa, pero yo nací para tenerle miedo a este simpático personaje, que hoy con cuarenta años vuelve a la televisión para hacer un papel más racional.

1 Comments:

At 4:22 p. m., Anonymous Anónimo said...

yo estaba enganchada a pippi,su mundo es magico

 

Publicar un comentario

<< Home