miércoles, agosto 30, 2006

Dónde está ese ángel de la guarda

Este post no lleva foto, porque no sé dónde estás ni dónde te has metido. Tampoco me has dejado verte cuando me has hecho una visita. Sé que has venido, pero nunca me has dejado verte. Será porque eres igual de tímido que yo. Si es que has huído, estás de vacaciones o me vigilas en silencio atento a los pasos que dé, es ahora cuando espero que aparezcas como has hecho siempre que lo he necesitado.
Recuerdo que la última vez que apareciste, de repente, fue un domingo del mes de enero del año pasado. Y también entonces necesitaba que me hicieras una visita y te sentaras a mi lado para hacer justo lo que debía, en el momento y el lugar exactos. Sólo tú pudiste empujarme a la casualidad. Y ahora, de nuevo, creo que necesito que aparezcas. No sé si esta noche o mañana por la mañana o cuando quieras. Confío, como hiciste siempre, en que andas por aquí soplándome en la coronilla dejándome tropezar para darme la mano en el tropiezo y pueda levantarme. Sé que lo harás.
A estas horas sólo una pregunta se me escapa empapada por los ojos y rompe el silencio que he impuesto esta tarde en la república de la duda y es una: Dónde estás. Nunca me has fallado. No me falles ahora. Has hecho cosas buenas por y para mi, con y por su por qué. Siempre al límite, pero al borde del vacío ahí has echado a volar y me has dado alas a mí.
Confío en ti ahora. Cerraré los ojos y esperaré quizás a mañana.